¿Cómo se generan los beneficios?
Al someterse el cuerpo a temperaturas ambiente extremadamente bajas, los sensores de frío de la piel mandan información al cerebro, que entra en “estado de alerta”. Se anestesian los receptores sensitivos de la piel y las fibras nerviosas del dolor. Se activan mecanismos de supervivencia, dirigidos a la producción y conservación de calor. Específicamente, se producen contracciones musculares y vasoconstricción, entre otros. A su vez, la vasoconstricción hace que disminuya el flujo sanguíneo y, por lo tanto, la cantidad de células inflamatorias que llegan a los músculos y a las distintas capas de la piel. Aumenta la producción y liberación de hormonas en respuesta al frío:
  • Endorfinas: conocidas como hormona del bienestar, con gran poder analgésico.
  • Hormonas del eje tiroideo: aumentan el metabolismo.
  • Hormonas del eje suprarrenal: aumentan la glicemia, estimulan la lipólisis, producen dilatación bronquial y un estado de alerta cerebral.
  • Testosterona: potencia la masa muscular.

Se activa la respuesta inmuno-moduladora, que contribuye a la disminución/eliminación del edema e inflamación, a la prevención y al tratamiento de enfermedades.

Al finalizar la sesión y salir de la cabina, el cuerpo se enfrenta a una temperatura ambiente mucho más alta la que, obviamente, es percibida por los receptores sensitivos de la piel y el cerebro. Se revierten los mecanismos de protección contra el frío extremo: la musculatura se relaja y se produce una vasodilatación. Esta hace que aumente el flujo sanguíneo, en el que ahora predominan las células antiinflamatorias, hacia los músculos y a las distintas capas de la piel.