Desde tiempos remotos el frío ha sido utilizado para tratar el dolor, reducir las inflamaciones, mejorar la salud y prevenir enfermedades. En 1865, Sebastian Kneipp, sacerdote y médico naturista alemán nacido en 1821, se trató la tuberculosis que lo afectaba bañándose en el frío río Danubio. Vivió 50 años más de lo que le pronosticaron los médicos. Se demostró entonces que hasta las peores enfermedades podían tratarse estimulando el sistema inmunológico exponiendo el cuerpo a muy bajas temperaturas.

Como tal, la Crioterapia de Cuerpo Entero en Criosauna fue desarrollada originalmente en Japón en 1978, por el doctor Toshima Yamauchi, como terapia alternativa para pacientes aquejados de artritis reumatoide. Los resultados hicieron que los doctores Reinhard Fricke (Alemania) y Zdzislav Zagrobelny (Polonia) se interesaran por esta nueva terapia, en 1982-83. Actualmente la Crioterapia de Cuerpo Entero en Criosauna se usa extensamente en Alemania, Austria, Rusia, Polonia (donde está cubierta por la Seguridad Social) y el resto de Europa.

En los años 80 el Dr. Yamauchi y sus colaboradores llegaron a la conclusión que el enfriamiento rápido de la piel (en una temperatura ambiente de 150° Celsius bajo cero) al interior del criosauna tiene un efecto más beneficioso que un enfriamiento gradual mientras se está en un baño de hielo, con el que la temperatura más baja es de aproximadamente 5° Celsius sobre cero. Yamauchi concluyó que la Crioterapia de Cuerpo Entero en Criosauna afecta al cuerpo en tres niveles distintos: sistema circulatorio, los canales de energía (intestinos, corazón, pulmones, hígado, riñones, vesícula, estómago) y el sistema nervioso.

En Estados Unidos, el Dr. Jonas Kuehne, graduado de la Escuela de Medicina de la Universidad de California, en los Angeles, fue el primero en introducir esta terapia, en 2009.